¿Cuántas veces nos hemos sentido culpables y cuántas otras hemos decidido culpar a otro de nuestros problemas o dificultades?

Todos en la vida adoptamos personajes con los que escenificamos continuamente situaciones. Nuestra vida es una película en la que somos actores intercambiando papeles en función de lo que nos toca vivir. Optamos por el papel de víctima o el de verdugo sin darnos cuenta, de forma inconsciente. Actuamos la mayoría de veces movidos por sentimientos que nada tienen que ver con lo que en realidad sentimos o deseamos hacer. Movidos por convencionalismos, dogmas, normas o prejuicios de otros o impuestos por la sociedad e incluso por nosotros mismos. Nos planteamos constantemente si hacemos bien o mal, si debemos actuar así o de otro modo. Y nos ahogamos en líos mentales que sólo nos causan dolor y sufrimiento. La gran mayoría nos hemos planteado muchas veces aquello de: y si….. Y si hubiera ido, y si no hubiera dicho, y si hubiera podido hacer…. Condicionales pasados que vienen a condicionar nuestro presente atormentándonos con cosas que no pueden cambiarse. No somos culpables de ninguna de las decisiones que tomemos, no lo somos. Las tomamos porque en ese momento es lo que hemos sentido, a pesar de que haya sido por miedo, por angustia, por temor o por deseo. Cada acción es la que debía ser en cada momento y nos puede servir de aprendizaje, de experiencia, pero nunca de culpabilidad. La culpa es un invento mental, que tan sólo nos impide avanzar y aprender. Un invento que religiones y poderosos han sabido utilizar para mantener el control sobre otros, y hoy seguimos anclados a ello. Deja de sentirte culpable, y deja de culpar al otro. Si no ha hecho lo que esperabas es que o no ha sabido, o no ha podido. Si alguien te hace daño de forma consciente cambia de camino, eso es lo único que puedes hacer. Lamentarte y continuar no te va a servir, cambiar sí, culpar no. Culpar sólo estigmatizará, a ti o al otro, y para eso ya están los jueces, los que de negro imparten justicia o dicen impartirla. A ti no te corresponde, sólo te corresponde vivir de acuerdo a tus principios y valores, de acuerdo a tu propia personalidad. Y si vives de acuerdo a ello:

¿por qué vas a sentirte culpable?