La sociedad de hoy nos individualiza, nos vuelve egoístas y nos aleja del sentimiento hacia el otro. Es como si nos introdujéramos en una caja y ésta pasara a ser nuestro mundo, siendo todo lo exterior ajeno a nosotros.
Vemos un atentado en Irak, en Yemen, y pensamos otro más, sin darnos cuenta de que seres humanos son los sujetos protagonistas de esas lamentables historias. 200 niñas fueron secuestradas en Nigeria y durante dos días salieron protestas de personajes conocidos reclamando su liberación. Hoy nada se comenta.
Todos se mojaron por la E.L.A, (algunos sin hielo, un simple cubo con poca agua), y grababan sus vídeos retando a otros. Que graciosos! Hoy todos han olvidado, su contribución fue sólo un teatro.
Hace dos semanas todos fuimos Charlie, pero ojo, eso ya nos dolía más porque pudimos sentir como nuestra caja, donde estamos y guardamos lo que nos importa se resquebrajaba un poco.

¡Que hipócritas !
La empatía consiste en la capacidad de ponerse en los zapatos de otro, en sentir lo que esa persona sufre, esté donde esté, sea quien sea, y tenga el color que tenga de piel.
La empatía es un aspecto importante de la inteligencia emocional y requiere la consciencia y consideración suficientes para que el dolor de los demás no nos sea ajeno.
Para ello no basta con oir lo que alguien nos transmite, sino que necesitamos aprender a escuchar prestando la máxima atención y tomando como propio lo que nos están diciendo.
Debemos aprender a escuchar y no sólo oir… tanto lo que vemos en el día a día a nuestro alrededor como lo que oímos en las noticias. Ser capaces de recoger esa información y aprehenderla, haciéndola parte de nosotros para poder ponernos en su piel.
Todos somos uno, todos somos lo mismo, pero para ello debemos eliminar las barreras que la falta de empatía nos produce.
Ese acto de meditación que realizas cada día 10 o 15 minutos debes ser capaz de aplicarlo a cada hecho de tu vida, volviéndote más disponible, más consciente.
Aprendamos a ponernos en los zapatos de otro, y quizás así los otros sepan ponernos en los nuestros.